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En qué se equivoca el Wall Street Journal

Por Nick Clegg, vicepresidente de Asuntos Globales

Mucho se ha dicho sobre Facebook esta semana. Una serie de artículos publicados en el Wall Street Journal se centraron en algunos de los problemas más difíciles a los que nos enfrentamos como empresa, desde la moderación del contenido y la desinformación sobre las vacunas hasta la distribución algorítmica y el bienestar de los adolescentes. Se trata de cuestiones graves y complejas y es absolutamente legítimo que se nos exija rendir cuentas por la forma en que las abordamos. Pero, estas historias contienen caracterizaciones erróneas y deliberadas de lo que estamos tratando de hacer y confieren motivaciones por parte de líderes y empleados de Facebook que son extremadamente falsas.

En el centro de esta serie hay una acusación que es simplemente falsa: que Facebook realiza investigaciones y luego las ignora sistemática y deliberadamente si los hallazgos son inconvenientes para la empresa. Esto cuestiona los motivos y el arduo trabajo de miles de investigadores, expertos en políticas e ingenieros de Facebook que se esfuerzan por mejorar la calidad de nuestros productos y por comprender su impacto más amplio (positivo y negativo). Es una afirmación que sólo podría hacerse seleccionando cuidadosamente citas específicas de piezas individuales de material filtrado de forma que presente problemas complejos y matizados como si solo hubiera una respuesta correcta.

Con cualquier investigación vendrán ideas para mejorar efectivas para plantearse e ideas en las que los beneficios frente a otras consideraciones importantes son peores que la solución propuesta. El hecho de que no se actúe sobre todas las ideas que plantea un investigador no significa que los equipos de Facebook no estén considerando continuamente una variedad de diferentes mejoras. Al mismo tiempo, ninguno de estos problemas puede ser resuelto por las empresas de tecnología por sí solas, razón por la cual trabajamos en estrecha colaboración con investigadores, reguladores, legisladores y otros actores.

Pero ninguno de estos trabajos colaborativos se beneficia por una visión deliberadamente sesgada de los hechos. Por ejemplo, sugerir que la desinformación ha superado de alguna manera nuestra respuesta a las vacunas contra COVID-19 ignora el hecho más importante: las dudas sobre las vacunas entre los usuarios de Facebook en EE. UU. han disminuido en aproximadamente 50% desde enero. El artículo de The Journal continúa discutiendo extensamente cómo las publicaciones a favor de las vacunas se ven socavadas por comentarios negativos, una vez más enterrando un punto crucial: que las organizaciones de salud continúan publicando en nuestras plataformas porque sus propias mediciones muestran que efectivamente estas promueven las vacunas, a pesar de los comentarios negativos.

De forma similar, sugerir que la comunidad de investigadores tiene un punto de vista determinante sobre la intersección entre las redes sociales y el bienestar simplemente no es correcto. La verdad es que la investigación sobre el impacto que las redes sociales tienen en las personas todavía es relativamente incipiente y está evolucionando, y las redes sociales en sí están cambiando velozmente. Algunos investigadores argumentan que necesitamos más evidencia para comprender el impacto de las redes sociales. Cada estudio tiene limitaciones y consideraciones, por lo que ninguno será concluyente. Necesitamos respaldarnos en equipos de investigación y expertos que continuamente crezcan y consideren múltiples métodos.

Lo que sería realmente preocupante es que Facebook no hiciera este tipo de investigaciones. La razón por la que lo hacemos es para ser autocríticos y realizarnos las preguntas difíciles sobre cómo las personas interactúan a gran escala con las redes sociales. A menudo se trata de problemas complejos para los que no hay respuestas fáciles –a pesar del deseo de reducirlos a un titular llamativo en un diario.

Facebook comprende la gran responsabilidad que conlleva operar una plataforma global. Nos lo tomamos en serio y no huimos del escrutinio y la crítica. Pero rechazamos fundamentalmente esta caracterización errónea de nuestro trabajo y el cuestionamiento de los motivos de la empresa. Desearía que hubiera respuestas fáciles a estos problemas y que las decisiones que pudiéramos tomar no tuvieran consecuencias difíciles. Ese no es el mundo en el que vivimos. Continuaremos invirtiendo en el estudio de estos problemas serios y complejos. Continuaremos haciéndonos las preguntas difíciles. Y como resultado seguiremos mejorando nuestros productos y servicios.



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